¡Oh ligero era el mundo que llevaba en sus manos!
¡Pesada la layenda de sus tierras y honor!
Ha abandonado el guddee y, poniéndose el manto,
en traje de bairagi se ha ido sin pudor.
Ahora el camino blanco de Delhi es su felpudo.
El sal y el kikar le guardarán del sol.
Su hogar es una tienda, los yermos y las gentes.
¡La senda del bairagi rastrea sin pudor!
Ha contemplado al hombre: sus ojos están limpios.
(Hubo y hay solo -dijo Kabir-, no dos).
De Doing la Roja Niebla se ha convertido en nube.
¡La senda del bairagi elige sin pudor!
RUDYARD KIPLING, Los libros de la selva