Al segundo día atravesaron el País de los Árboles Cantores.
Cada uno de los árboles tenía una forma distinta,
hojas distintas, distinta corteza, pero la razón
de que se llamara así esa tierra era que se podía escuchar
su crecimiento como una música suave, que sonaba
de cerca y de lejos y se unía para formar un potente
conjunto de belleza sin igual en toda Fantasía.
Se decía que no dejaba de ser peligroso caminar
por aquella región, porque muchos se habían quedado
encantados, olvidándose de todos.
MICHAEL ENDE, La historia interminable