9 de octubre de 2013

El telar del tiempo

La vida de los hombres se teje en el telar del tiempo,
ciegos al patrón que se crea,
mientras las tejedoras trabajan y las lanzaderas vuelan
hasta que la eternidad dé comienzo.

Algunas lanzaderas llevan hilos de plata
y otras tejen con hilos de oro,
aunque a menudo solo enhebran los más oscuros de los tonos.

Pero la tejedora observa con destreza
el ir y venir de las lanzaderas
y ve el patrón que tan hábil crea
con el certero y lento movimiento del telar.

Seguro que Dios pensó bien el patrón:
todos los hilos, tanto claros como oscuros,
elegidos con divino tesón
para en la red con cuidado colocarlos.

Solo conoce su belleza,
y guía la lanzadera que lleva
los hilos menos agraciados
con tanto amor como los dorados.

Dios no revelará el patrón
ni explicará la razón
hasta que cada telar silencio guarde
y la lanzadera en su vuelo cese.

Los hilos oscuros eran tan necesarios
en la hábil mano que teje
como los hilos de plata y oro
en el patrón que tenía su mente.

Anónimo