11 de octubre de 2013

Historia del metro

Érase una vez un sencillo hombre que se encontraba en el metro para empezar su rutina diaria. Era alto, delgado y llevaba traje con una corbata, acorde a su trabajo. Estaba esperando en el andén cuando de repente, una hermosa mujer con falda y zapatos de tacón, se colocó cerca de él, esperando también al tren. Iba completamente vestida de negro y muy elegante, al parecer, también se dirigía a su trabajo.

Cuando ya empezaron a oír el traqueteo de las ruedas con los raíles, a la mujer se le cayó uno de los papeles que llevaba sujeto al brazo. Éste, sin dudar, se apresuró a cogerlo y dárselo. Fue entonces cuando ella reparó en él. Le pareció guapo y simpático. Él pensó que tenía unos ojos castaños brillantes y una sonrisa perfecta. Ella le dio las gracias y entonces empezaron a charlar como si nada. 

Llegó el tren y los dos siguieron hablando y bromeando. Pero cuando la mujer llegó a su destino se tuvo que despedir de él, cosa que le entristeció en parte. Se quedó solo y pensando cómo podría hacer para volver a hablar con ella. Más tarde el tren se detuvo en su parada. Con hombros encogidos, salió y entró al altísimo edificio de negocios. Se sentó en su sitio y empezó a ordenar papeles. A pesar de todo, se sentía distante, como si su cuerpo y su mente no estuviesen allí. En una de estas ocasiones, miró distraído a la ventana y se llevó una sorpresa. ¡En el edificio de enfrente se encontraba la amable mujer con la que había estado hablando en el metro! Tenía que llamar su atención de alguna manera, así que rápidamente cogió un folio e hizo unos cuantos pliegues hasta que consiguió hacer un avión de papel. Lo lanzó por la ventana, pero una corriente de aire lo desvió. Aún esperanzado hizo otro avión y lo volvió a tirar. Pero se fue hacia otra dirección. No se rindió y así siguió hasta que ya no le quedaron folios que tirar. De repente vino el jefe y le obligó a irse del trabajo, pues estaba malgastando su tiempo y los papeles. Desilusionado, salió a la calle donde se sentó en un banco.

Más allá de donde se encontraba, la señora estaba terminando de llamar a un cliente cuando salió a la calle. Caminaba despreocupada observando lo que le rodeaba cuando de pronto, vio un pequeño avión de papel. Curiosa, lo siguió tratando de capturarlo sin éxito. Parecía como si tuviera vida propia, como si quisiera decirle algo, como si quisiera conducirle a alguna parte. Continuó andando detrás del trozo de papel hasta que llegó a una fuente. No muy lejos, el hombre miraba al suelo cuando reparó en el avión de papel que él mismo había hecho. Sin poder creerlo, vio como este, poco a poco, alzaba el vuelo hasta quedar casi suspendido en el aire. De repente, se echó a volar. Sin dudarlo lo siguió hasta que llegó a una fuente y se cayó muerto en el suelo de cemento. Al agacharse vio enfrente suyo a una señorita que lo miraba sonriente. Enseguida los dos se reconocieron y volvieron a saludarse.

Y así termina la historia, con una pareja que casualmente se conoció en el metro y desde entonces no quieren separarse.

FIN


Escrito por el autor/a de este blog.